Mi historia es la de un chico normal: iba a la escuela, hacía mis extraescolares, patinaba con mis amigos y era feliz.
Fui creciendo y la frase que más escuchaba era: “tienes que estudiar algo para llegar a ser alguien”, en vez de ¿Qué quieres hacer con tu Vida?
Así que fui creciendo, haciendo lo que los otros esperaban de mí, en vez de, algo que realmente me hiciera feliz.

En primer lugar, no avanzaba profesionalmente: trabajaba en algo que no me gustaba y de lo que me gustaba, no encontraba trabajo, la pescadilla que se muerde la cola.
En segundo lugar, personalmente no era muy feliz: tenía amigos y realizaba actividades que me gustaban, pero mi vida básicamente era trabajar en cosas que realmente no me llenaban (intercambiar mi tiempo por dinero)

¿Sabes esa sensación de que sientes que todos los días son iguales?
Te levantas, vas a trabajar, haces planes con amigos, te diviertes pero no hay nada de especial en tus días.
Sentía que estaba desaprovechando mi tiempo y cada vez me sentía peor, y no hablo de salud, hablo del alma.

No tenía esperanza en nada, no sabía
qué hacer con mi vida, me sentía perdido en este mundo, la rutina me estaba matando y la pregunta que más se me pasaba por la cabeza era:
¿Si me voy a morir igual, porque no disfrutar del camino?
Realmente sentía que mi vida no tenía sentido, iba por la vida aferrándome a cosas que no me estaban aportando nada, porque realmente no sabia quien era o lo que quería.

Y en medio de todo ese conformismo de la gente yo encontré la luz: el viaje.

Esto es para ti si…

Rosmery, una chica peruana, joven y emprendedora, cumplió uno de sus sueños, viajar a España. Viajo sola y tenía mucho miedo, pero cuando regreso a su país, regreso más contenta que nunca, el viaje había hecho su efecto.

Rosmery Elizabeth Leal Vega.